La perspectiva central se convirtió en el siglo XV en un instrumento privilegiado para representar el espacio. Ella implica un punto de vista único, a partir del cual se supone que el espectador observa. Pero en algunos cuadros, este punto de vista es inubicable, está desplazado o multiplicado. Estas son las perspectivas ’’impuras’’.
La zona del misterio
Ambrogio Lorenzetti pintó en 1344 una célebre Anunciación [1]. De acuerdo con la tradición, representa a la Virgen (a la derecha, sentada, interrumpida en su lectura) y al Ángel (a la izquierda, arrodillado, con una palma en la mano) en un mismo espacio definido por un suelo en damero que se abre sobre un fondo de oro, separado en dos por una columna vertical. Las líneas del damero (resaltadas en blanco en la figura de abajo) [2] convergen sin dificultad hacia el punto de fuga : el artista parece por lo tanto respetar la regla de convergencia de las ortogonales proyectadas, y el espectador es invitado a tomar posición según ese punto para mirar el cuadro. Todo se arruina cuando el observador quiere definir a qué distancia del cuadro debe colocarse para que calcen correctamente los efectos de la perspectiva : efectivamente, los vértices superiores derechos de los cuadrados diagonales del suelo no están alineados.
En busca del punto perdido
- Autor: Denis Favennec
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Divulgación
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