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 Los trabajos requeridos por el proyecto y  la dirección de las obras para el edificio de la Facultad de Ingeniería  y Ramas Anexas llenan buena parte de los últimos doce años de la vida  de Vilamajó, en particular el período que abriéndose con el mes de  octubre de 1936 termina con el año 1944. Dichos trabajos se  desarrollaron según un proceso que resultó en extremo complejo, afectado  como estuvo, por incidencias diversas que dificultaron la obra  arquitectónica al grado de hallarse aún inconclusa.     El gobierno de la República apoyando  los esfuerzos que realizaba desde tiempo atrás la Facultad de  Ingeniería, la autorizó por ley para construir, en terreno municipal, un  edificio destinado a atender la enseñanza que impartía, facultando al  Banco Hipotecario para que le concediese con esa finalidad un préstamo.  También creó la ley una Comisión Honoraria que entendería en lo  referente al proyecto, adjudicación de la obra, control de la  construcción y administración de los fondos previendo, asimismo, una  suma de dinero para efectuar entre técnicos nacionales un concurso de  anteproyectos y para preparar el proyecto definitivo del edificio. 
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 Las actividades que debió cumplir la  Comisión Honoraria se desenvolvieron en medio de dificultades que  culminaron cuando otra ley, transfirió sus funciones y las del director  de las obras al Ministerio de Obras Públicas. Los primeros problemas  tuvieron que ver con la elección y obtención del terreno necesario para  levantar el edificio. Concretóse aquélla recién el 19 de noviembre de  1936, cuando obtuvo la tierra que la Intendencia Municipal había  concedido en usufructo al Club Atlético Peñarol para que levantara su  estadio, proyectado por el mismo Vilamajó, operación de la que luego  desistiera. "Entre tanto se había realizado el concurso para elegir el  proyecto del edificio, fracasando esta competencia. La Comisión  Honoraria resolvió entonces contratar a uno de los profesores de  Proyectos de Arquitectura de la Universidad, Julio Vilamajó,  adjuntándole como proyectista de la estructura e instalaciones y como  colaborador técnico en la dirección del edificio, al ingeniero Walter S.  Hill, especialista en estudio y cálculo de esqueletos de hormigón  armado.    Decididos los aspectos preliminares  citados, el proyectista debió ofrecer el esquicio básico, registrándose  una nueva dificultad originada por el escaso metraje adjudicado en el  programa a las circulaciones del futuro edificio. Esta falla tuvo  consecuencias inesperadas en el desarrollo de los trabajos ulteriores  cuando evidenció, a su vez, la insuficiencia de los recursos proyectados  en la ley en relación a los cuales se había determinado en el programa  el detalle de las superficies. Estos desajustes impusieron un ritmo  anormal a la obra, ya que debió adaptarse a la disponibilidad de fondos  habida en cada momento. A ello responden las tres grandes etapas en que  se descompusieron los trabajos: obras de la estructura de todo el  edificio, excepto la parte del cuerpo central ubicada por encima del  nivel 42.52; obras hasta habilitar el cuerpo lateral sur, y obras hasta  completar los cuerpos lateral norte y central y la parte de estructura  no construida en la primer etapa. Debe agregarse que todos los trabajos  de jardinería no fueron previstos en el programa básico y por tanto  permanecen sin iniciar, en contraste con las restantes obras, concluidas  en su mayor parte. Como se infiere, el alargamiento del lapso insumido  por la construcción agravó el problema financiero al caer aquél dentro  del período inflacionario que afectó al país a poco de iniciada la  segunda guerra mundial. Vilamajó se vinculó profesionalmente a la  Comisión Honoraria mediante un contrato donde se le fijaba como fecha  para iniciar sus tareas de proyectista el día de recepción del plano  topográfico del terreno en que se construiría el edificio, lo que  sucedió el 27 de noviembre de 1936. Es probable, sin embargo, que antes  de esta fecha haya realizado sus primeros bosquejos, continuando luego  la elaboración de su idea básica hasta que la Comisión Honoraria aceptó  el anteproyecto definitivo ocurriendo, en aquel lapso, los ya  mencionados problemas originados en defectos del programa. Algunos  croquis y tres esquicios permiten reconstruir la génesis de su idea.     Resulta curioso comparar los  principios que rigen la composición de los primeros bosquejos con los  que privan en la disposición definitiva. Se ordenaba aquélla según un  eje que, recibiendo sobre él el sistema de circulaciones, coincidía con  la bisectriz del ángulo del terreno comprendido entre las avenidas Julio  Herrera y Reissig y Julio María Sosa, distribuyéndose los locales a sus  lados en simétrico. La bisectriz resultaba además perpendicular a las  curvas de nivel del terreno, un descenso hacia la rambla Wilson, e  incidía en la parte central del hueco dejado por la excavación  practicada para construir el frustrado estadio para el Club Atlético  Peñarol. Esta guía de su composición, luego abandonada, fue acompañada  por otra mantenida fielmente a lo largo del proceso de estudio del  proyecto, impuesta por el deseo de ubicar, en la excavación del terreno  indicada, un estanque que, al tiempo de ser utilizado por el laboratorio  de hidráulica, jugaría un papel decorativo fundamental. También se  añadió una tercer directiva, fruto de la limitación impuesta por la  Intendencia Municipal al uso de la tierra cedida, que obligaba a no  emplear más de ocho mil metros cuadrados de ella. Estas condiciones  evidenciaron una vez más la habilidad innata de Vilamajó para convertir  las dificultades que conformaban los programas de su trabajo en virtudes  de la obra proyectada, haciendo de aquéllas fundamentos directores de  su concepción. Así afirmará, cuando escriban con Hill el prólogo de la  monografía del edificio: "Esta ubicación, determina características  extraordinarias por las vistas dominantes sobre la ciudad y el río, y  por ser un lugar incorporado a un paseo. Las características de  ubicación imprimieron rumbos fundamentales en la concepción del  proyecto. La composición obedece a la condición planteada de conservar  en lo posible las particularidades del emplazamiento en el plano del  paseo y de la visual del hombre. Para realizar estos objetivos sólo se  levantan desde el suelo aquellos locales que por su función han de estar  necesariamente asentados sobre tierra [...] y el resto se eleva sobre  pórticos, siendo la parte del edificio, a nivel de tierra, un lugar más  de la composición de! parque" y agrega: "Una antigua excavación que se  encontraba en el lugar se ha transformado en un estanque, espejo de agua  que reflejará el edificio".     En estos primeros croquis, en  consonancia con los principios expuestos, dispone la planta principal al  nivel superior del terreno y la lanza en dirección a la rambla Wilson  dejando sobre pórticos la parte más cercana a dicha vía pública, la sala  de conferencias, esbozando así lo que más adelante, al precisar su  idea, se convertirá en una directiva fundamental del proyecto. La  excavación recibe el lago artificial, destinado a experiencias de  hidráulica, uniendo la finalidad funcional a la expresiva y agregándole  la de vincular armónicamente en el lugar, edificio y superficie libre.    La idea, con arreglo a la cual se  desenvuelve el perfeccionamiento de aquellos croquis, se propone  despojarlos de la rígida artificiosidad que los domina fruto de su  composición axial. Otro grupo de croquis toma como base el sistema  circulatorio dispuesto según un arco de circunferencia ubicándose todos  los edificios a un solo lado de éste, sobre la zona del terreno vecina a  la avenida Julio Herrera y Reissig. El rasgo formal registrado a esta  altura del desarrollo de la idea, el diseño curvilíneo de parte de su  planta, sólo desaparece cuando comienza a levantarse el edificio  obligado por las notorias complicaciones constructivas que acarreaba y  los impedimentos que originaba en la labor de algunos institutos. 
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 En su conjunto, los croquis analizados,  deben. considerarse como trabarlos previos, desarrollados por Vilamajó,  sin confrontarlos aún con la opinión de la Comisión Honoraria, como  sucederá con los esquicios. Estos a diferencia de aquéllos evolucionaron  no sólo por razones de índole composicional sino primordialmente bajo  el apremio de dar cumplimiento a las exigencias de superficie planteadas  en el programa.    El único esquicio fechado, el primero  en un ordenamiento lógico de todos ellos, recoge en su composición los  rasgos curvilíneos de los croquis; pero abandona la intención formalista  revelada en ellos. Se hace sentir en aquel esquicio la gravitación  impuesta por las limitaciones al uso del terreno que Vilamajó ataca  francamente levantando sobre pórticos buena parte de su edificio. Pero  escolla en cambio ante el problema creado por la exigua superficie  construible autorizada por el programa. El trabajo, considerado el 4 de  febrero por la Comisión Honoraria, aunque reconocido en su valor, es  objetado en aquel aspecto. Sirve, no obstante, para que la Comisión  Honoraria decida aumentar la superficie construible admitida. Vilamajo  ofrece entonces dos opciones: una, manteniendo el partido objetado, pero  perfeccionado otra, cambiándolo radicalmente para adecuarlo al nuevo  límite de superficie establecido. La Comisión decide el punto, ante la  promesa oficiosa de nuevos recursos, inclinándose por la primera opción  eligiendo así junto con la mejor idea las dificultades emergentes de una  insegura financiación que se hará sentir en el proceso ulterior de la  obra.    Llegado a este punto las ideas que han  dirigido la composición general quedan concretadas y el edificio y los  espacios libres tomarán las características que le imprimían. Estos  últimos constituirán una unidad que se desliza por debajo de los  volúmenes, integrándose al resto del parque público del que forma parte  el terreno usado y recibiendo un tratamiento más caracterizado en las  zonas influidas directamente por las construcciones. El edificio, en  cambio, carece de superficies descubiertas limitadas lateralmente por  muros, patios o claustros, para reducir la parte apoyada directamente  sobre tierra, tendiendo a la forma de una lámina, según su proyectista.    A partir de este esquema se enfoca el  tratamiento espacial. Vilamajó apela en el caso a su fondo cultural  mediterráneo: "He querido conceder a los llamados espacios libres  interiores una importancia singular y por eso deseo señalar aquí, la  especial atención que les dediqué en el proyecto en ejecución. Entiendo  por espacios libres interiores aquellos que estando acotados dentro de  la superficie de la planta constructiva, están determinados y  conformados por los distintos cuerpos del edificio. La composición de  estos espacios refleja las más notorias sugestiones de cosas vistas  viajando y es a ella solamente que me voy a referir. El espacio libre no  limitado por todos sus lados y sobre todo el que gira en torno a un  volumen o arista tiene una atracción particular ante mi sensibilidad,  tiene además, puede decirse, un sentido dinámico al no mostrarse de una  sola vez en todas sus formas y magnitud: hace sentir la existencia de  algo más allá, tiene algo del futuro que orienta al tiempo, abre  perspectivas que van desarrollando y renovando a medida que se deambula  por su plano de tierra. Esta cualidad que atribuyo a tal manera de  encuadrar los espacios abiertos, me pareció la más apropiada, dadas las  características del lugar de emplazamiento del edificio; Prescindiendo  de las maravillas que circundan a la plaza de San Marcos de Venecia o a  la plaza de la Señoría de Florencia, en ambas, uno de sus encantos es la  forma del lugar vacío. En la primera, el espacio gira en torno al  campanile para dirigirse hacia la laguna, y de recogido y apacible se  vuelve brillante y abierto. En la segunda, donde el ambiente gira  alrededor de la arista del palacio viejo, hay una invitación desde los  extremos, para ver más allá, que tiende a ellos invenciblemente con  belleza sorprendente y siempre novedosa".    Las estructuras espaciales en los  ejemplos que él describe se elaboraron a lo largo de la Edad Media  proyectándose su afinamiento formal a la Edad Moderna. No obstante el  sentimiento de más allá que despiertan resulta afín al sentido de  infinitud del que se halla prendado el arte barroco. Vilamajó aplica  formas y sentimientos ciñéndose al esquema diseñado por los bloques de  su edificio. Entre todos ellos el espacio se compartimenta en plazas y  explanadas, tres en total, de niveles diferentes, cada uno de los cuales  arregla según el criterio enunciado. El conjunto toma una complejidad  que denuncia la presencia de un espíritu contemporáneo manejando todo el  acervo de un rico fondo cultural histórico. Imposible resulta captar en  el estado actual de los espacios exteriores el efecto total de la fina  complejidad concebida por su autor.    Una alteración a este orden imaginó  Vilamajó. Preocupado tanto por la ubicación de los salones de clase en  los pisos altos del cuerpo central y la ilógica consecuencia funcional  que significaba desplazar verticalmente la importante masa de  estudiantes como por la necesidad de separar la enseñanza en aulas de la  que se impartía en los laboratorios propone un anteproyecto de  modificaciones que trastoca la organización de espacios creada que  describía años antes diciendo: "En ambos extremos del cuerpo central, en  alto y bajo nivel, la oquedad gira hacia su alrededor con un plano  esquemático espiral contorneado de perspectivas siempre diferentes".  Propone ahora transformar la explanada ubicada entre los cuerpos central  y norte formando un patio cerrado al nivel del estanque, excavando  cuanto sea necesario para ello, limitado por dos alas de aulas, una de  ellas ocupando el espacio destinado al laboratorio de hidráulica y  componiendo un volumen que deja pasar la vista por encima del nivel de  su azotea. La idea integrada en una serie de croquis con su  correspondiente memoria explicativa constituye su testamento de  arquitecto relativo a este edificio. 
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 Al tiempo que el proceso imprime cambios  en la composición y en el tratamiento de las partes, la organización  funcional resulta también afectada en su elemento más sensible: el  sistema circulatorio. Este, que en principio obsesionaba a Vilamajó al  punto de adjudicarle el comando de la composición, pierde su prevalencia  y se sujeta, como es lógico, a aquélla. Desaparece su unidad simplista  reemplazada por otra compleja afectada por niveles de terreno y de  edificio. Se integra así un conjunto de vías horizontales y verticales  clasificadas según su función. El sistema fundamental se estructura  ajustándose a la idea de enhebrar horizontalmente los cuerpos del  edificio y las líneas principales de las conexiones verticales,  asegurando además a aquéllos el mayor grado de autonomía de acceso  compatible con el desarrollo longitudinal del conjunto y la rígida  disposición del programa que impone el acceso a todas las dependencias  por los locales de circulación ubicados dentro del edificio. La línea  troncal de desplazamiento horizontal resulta de la asociación de la gran  galería, corredores y vestíbulo, cuyas dimensiones se regulan en  función de los locales o grupos de locales que sirven, y de pasarelas,  que resultan de volar la circulación sobre los jardines para salvar la  unidad de éstos, usadas para conectar las partes en que se descompuso el  conjunto.    Si en lo que tiene que ver con su  composición y funcionamiento el edificio de la Facultad de Ingeniería y  Ramas Anexas resulta un organismo generoso en posibilidades, capaz de  recibir en el tiempo múltiples detalles que lo enriquezcan, los aspectos  expresivo y estructural acentúan aquella virtud potencial. Expresión y  construcción constituyen una unidad. El principio racional, del que  deriva la anterior conclusión, que recibiera en la arquitectura  contemporánea y para el hormigón armado, de De Baudot su primer versión,  depurado luego por los hermanos Perret y que el propio Vilamajó  parcialmente usara al concebir el garage para la Asistencia Pública  Nacional, resulta ahora usado en toda su amplitud. No se trata, como en  el garage, de confiar a la estructura el solo aspecto de la expresión  constituído por la forma. Se pretende extender esta relación de  veracidad al de la ornamentación haciendo que el tratamiento directo del  material, sin intermediarios, como el revoque específicamente  destinados a cumplir la función expresiva ornamental, refuerce la  impresión producida por la forma estructural. Por tanto se preocupa de  la perfección de los trabajos de moldeado del hormigón, para que las  piezas puedan mostrarse nítidamente al descimbrarse prontas para  recibir, cuando lo deba, el solo tratamiento de la martelina o la  bujarda: en suma funde en un todo estructura, forma, ornamentación y  material.    El principio, empero, no es  rigurosamente seguido. No sólo porque la sensibilidad de Vilamajó lo  impulsó a usar el recurso originado por el contraste de materiales  rústicos y finos, previendo obras de terminación en mármoles que  agregarían vivacidad y color al conjunto, sino además porque la  defectuosa mano de obra le condujo a emplear en ocasiones  revestimientos. En este caso recurrió a sus experiencias de  prefabricación ideando piezas en mármol conglomerado artificialmente que  dispuestas sobre los volúmenes producen efectos similares a los que  caracterizan el arte arquitectónico árabe. En realidad lo que el  edificio gana en gracia lo pierde en fuerza. Fue en estos aspectos del  tratamiento donde la vinculación de Vilamajó con Hill, el diseñador de  la estructura, se hizo más necesaria: "La concepción de la estructura  está estrechamente ligada a la concepción arquitectónica, no sólo por un  deseo de veracidad constructiva sino porque se adoptó la fórmula de  realizar un edificio totalmente ejecutado en hormigón. La estructura en  consecuencia, realiza la doble función de esqueleto resistente y de  elemento arquitectónico. La forma proyectada y la intención del  arquitecto tendrá como exclusivo vehículo de expresión la propia  estructura sin intermedio de mampostería o rellenos de ninguna especie"  escribe Walter Hill en la monografía ya citada y añade: "Se comprende  que el diseño de los elementos resistentes deberá ser tal que sus formas  adquieran la expresión que se deriva del proyecto, debiéndose analizar  unidos el problema resistente y arquitectónico para seleccionar, en cada  caso, las dimensiones que mejor convengan". 
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 Por lo demás el edificio resulta  concebido en sus ambientes, asegurando su transformabilidad,  independizando estructura de distribución de locales y eliminando al  máximo los muros de división, confiada esta tarea a instalaciones  ligeras, todo lo cual evidencia la idea de contemporaneidad que alienta  el todo.    Composición, funcionamiento, expresión  y estructura entretejidos añaden al conjunto una nueva línea de  complicada armonía sobrepuesta a la que individualmente aportaba cada  una de las partes. Parecería que la complejidad que signó la gestación  del edificio de la Facultad de Ingeniería se proyectara a su esencia y a  su forma. Y también fuera responsable de su actual estado : inconcluso,  falto de su obra noble, ciega alguna de las cajas de ascensores,  ocupando zanjones y pastizales el lugar reservado por el arquitecto a  jardines, plazas, explanadas, esculturas y juegos de agua. "       Aurelio Lucchini 
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